La crisis de los casos sin resolver
El asesinato de Alfred L. Barnes, un empleado de Bethlehem Steel, ocurrió el 18 de octubre de 1968 en el condado de Monroe, Pensilvania. Alguien le disparó tres veces al Sr. Barnes en la cabeza, lo arrojó a un prado desolado y le robó su Thunderbird último modelo.
Unos 42 años después, el crimen seguía sin resolverse. Luego, en agosto de 2010, el sobrino de la víctima, Richard Barnes, se comunicó con la policía y les pidió que volvieran a intentar encontrar quién mató a su tío. Los investigadores se enfrentaron a una ardua tarea al tratar de resolver un caso tan "frío", especialmente porque el asesinato ocurrió antes de que el análisis de ADN estuviera ampliamente disponible.
El entonces policía estatal de Pensilvania, Tom McAndrew, un detective que en ese momento tenía más de 10 años de experiencia en la resolución de homicidios, era parte del equipo de casos sin resolver que… Continuar leyendo (lectura de 3 minutos)